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domingo, 6 de agosto de 2017

Mi experiencia en el encaje de Cantu

El encaje de Cantu debe su nombre a un pueblo de Italia situado en le provincia de Como. En la actualidad el pueblo se ha desarrollado pasando a ser una ciudad.

Se trata de un encaje de cinta de hilos continuos, es decir, llevamos el mismo numero de bolillos desde el inicio hasta el final. En el se  utiliza un numero reducido de pares y se enganchilla o cose muchisimo para realizar las uniones entre la cinta.

Como todos los tipos de encaje tiene su técnica y características particulares que hay que aprender si se quiere realizar el encaje con rigor.

Este tipo de encaje no es muy conocido por mi zona por dos motivos: uno que las personas que realizan en Cantu este encaje son algo reacias a enseñarlo; y dos que en la zona que yo vivo es completamente desconocido hasta el nombre.

Pero para eso tenemos facebook y las redes sociales. A través del grupo "Aprendiendo a hacer bolillos" cuento entre mis amigas virtuales con Teresa Gonzalez, profesional con un curriculum impresionante y que además pudo aprender encaje de Cantú de una encajera de toda la vida.

Como ella nos ha comentado alguna vez, le costo convencer a esta buena señora, ya fallecidam para que le diera clases y además tenía que desplazarse desde su residencia habitual, pero le valió la pena porque adquirió unos conocimientos fiables y que pocas personas poseen.

Por este motivo cuando el verano pasado nos propuso dar un curso de diseño no me lo pude perder. Como imaginareis no vino a darlo a mi casa, sino que tuve que desplazarme hasta Toledo, pero valio la pena el esfuerzo.

Al principio estaba nerviosa porque nunca había hecho este tipo de diseño, las participantes del curso no las conocía y por supuesto con Teresa solo había conversado a través de messenger y wasap. Pero a los 10 minutos de estar reunidas descubrí que las compañeras eran personas muy agradables y que Teresa es una profesora con grandes conocimientos en varios campos del encaje de bolillos en diferentes técnicas, una gran profesional a la que le piden trabajar para museos e instituciones muy importantes, una persona muy humilde y afable y sobre todo es una comunicadora nata porque desde el minuto uno aprendí un montón sobre el diseño y sobre el encaje casi sin darme cuenta. Cada conversación con Teresa aporta conocimientos de una manera tan afable que estimula el querer saber mas.


Al terminar el curso le propusimos a Teresa repetir pero para enseñarnos la técnica de Cantú.

Y a finales del mes de julio empezamos el cursillo.

Ya imaginareis que en tres días no se puede aprender la técnica, se necesitan años de aprendizaje y de practica, pero si se puede empezar y de la mano de Teresa el aprendizaje esta garantizado.

Nos trajo el diseño de un abanico con lo mas importante...las curvas. Parece fácil, ¿verdad? Pues para mi no. A pesar de haber realizado varios trabajos en cinta, tengo un defecto...la cinta se me "angeliza". ¿A que suena bonito? Yo no lo había oído en la vida hasta que Teresa me lo dijo. Pensé que era que me quedaban muy bien, pero no, es todo lo contrario.


Lo que me pasa es que no centro la cinta, la desvío hacia el interior y eso no esta bien, así que a practicar cinta.

También aprendimos a hacer la flor canturina, con algunas explicaciones y trucos que nos permitirán poder realizar otros tipos de flores.

En definitiva fueron unos días de mucha información, aprendizaje, hacer y deshacer y un montón de deberes para el próximo verano, jajajajaja

El calor de esos días fue sofocante, menos mal que la compañía hacía que nos olvidáramos de todo.

Conocí también a Tomasin, el perrito de Teresa que también me enseño cosas nuevas sobre los perros porque pertenece a una raza que yo no había visto nunca. Creo que es un "crestado chino" no tiene pelo en el cuerpo pero si un flequillo que él llevaba sujeto con una pequeña coletita para que no le molestara la visión. Suda por el cuerpo y no da vueltas para dormirse si no que cae a bomba, es muy curioso.

Tomasin fue rescatado por la perrera y por desgracia es sordo. Este detalle es algo que se nos olvidaba continuamente y le hablábamos y llamábamos, sin ninguna respuesta por su parte, lógicamente pero nosotras pesadas, jajajajajajaja


En resumen fueron unos días muy productivos a nivel de enseñanza y muy gratificantes a nivel personal al reencontrarme con personas que conocí hace un año y con las que volvía a sentirme unida por la fascinación hacia el arte del encaje de bolillos.

Esta fotografía es el final del curso cuando recibimos el diploma que acredita nuestro esfuerzo, y aunque todas sonreímos a la cámara orgullosas, la verdad que estábamos algo tristes de pensar que también había llegado el final y se acabarían los días de camaradería, charlas y disfrute.

Pero solo temporalmente ya que el próximo verano volveremos a reunirnos. Hasta entonces toca practicar lo aprendido.



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